miércoles, 11 de agosto de 2010

Desesperación.

Intentaba moverse, pero no podía; abrió los ojos… sólo oscuridad, por primera vez en su vida experimentó el verdadero terror, estaba atrapado, no sabía cómo ni cuándo, sólo sabía una cosa, necesitaba aire y, necesitaba luz, necesitaba sentirse vivo. Un profundo escalofrío recorrió su cuerpo, y una gota de sudor comenzó a recorrer su frente; no podía respirar ni moverse; gritó con desesperación una vez, dos veces, tres veces… nada. Comenzó a temer por su vida, nadie respondía a su desesperado grito de socorro. La más total oscuridad que en su vida había presenciado, sumado al agobiante calor qué había comenzado a experimentar y la falta de oxigeno comenzaron a desesperarlo, cada vez más. Un sentimiento de terror y pánico comenzó a hacerse latente, con todas sus fuerzas intentaba moverse, pero no, estaba atrapado; ni un centímetro logró mover. No le quedaban ideas, y sólo cerró los ojos y aguantó la respiración… una tenue melodía de llantos y sollozos desesperados comenzó a escucharse. Comprendió, estaba muerto…

martes, 10 de agosto de 2010

montaña.

Llegó la hora; está helado y el viento de la montaña sopla, golpeando fuertemente a su cara;
el asenso comienza. Él sabe que no será nada fácil, es la montaña más grande, alta e imponente
que durante toda su vida ha visto, y esta vez, la desafiará; intentará escalarla. Todo está oscuro
y silencioso, solo oye el soplar del viento y su agitada respiración, dificultándose por el frio y
probablemente la altura. Pareciera mentira el paisaje que ante sus ojos se erige imponente y desafiante;
la abrumadora soledad, y el frío calando fuerte en sus huesos lo hacen desear estar en casa, pero no, una
vez más se da fuerzas y se determina a finalizar lo que vino a hacer hoy; él sabe, qué sólo escalando la
montaña, podrá gritar, llorar, reír y hacer todo eso que deseó, pero esta vez con verdadera y desbordante
felicidad. El camino no será fácil, y durante el asenso se enfrentara a sus mayores temores, pues aunque es
experimentado escalando, este es el mayor desafío de su vida. Sabe que en la cima se encuentran las respuestas,
las respuestas para todo aquello que hoy le hace sufrir. Una solitaria alma, en un solitario y hermoso paisaje,
ambos enfrentados, sin nada más que el latir de sus corazones. Asciende, y mientras lo hace, las fuerzas se
acaban y cada vez es más fuerte el viento y el frio comienza a querer hacerlo desistir de su objetivo… pero no,
sigue luchando, está determinado a terminar con esto. La angustiosa escalada produce en él un gozo nunca antes
experimentado y sabe que en la cima hay más esperándolo. Son horas de caminata, caminatas con todo en contra,
pero el deseo de completar su misión y recibir la recompensa ansiada lo hacen no desistir. Falta poco, pero comienza
una terrible tormenta; todo se nubla, cae la noche y con ella un espantoso frio; las tinieblas de la noche lo rodean
y lo hacen temer, su visión se nubla, pero comprende que si se detiene, muere; decide en ese momento, una vez más
depositar su confianza en “aquel lejano ser” del cual sólo ha escuchado hablar, y qué según algunos, “hace milagros” y
salva; siempre ha tenido el pensamiento de “ver para creer” pero esta vez se encuentra desesperado y lo único que
hace es pedir ayuda, ya qué sólo no puede… “Mágicamente” el viento se detiene y en un abrir y cerrar de ojos, la
oscuridad se disipa dando paso a la visión más maravillosa que él ha tenido; un potente sol alumbra, anunciado la
llegada del amanecer, pero desde aquí todo se ve distinto. Ya está en la cima. No sabe cómo, ni cuando ascendió pero
así es, la cima está conquistada. Se sienta y piensa, hasta que el sonido del viento lo interrumpe. No había notado,
que el silencio era total, sólo interrumpido por una leve ráfaga de viento. Calla, cierra los ojos, escucha su corazón,
y en el silencio, una voz hablándole, la evidencia invisible, el amor verdadero, el gran silencio del infinito.
Por primera vez comprendió, que “aquel ser lejano” no era más que un silencio infinito de amor verdadero; el mundo entero
habla de Él y para Él nada de lo que se diga lo representa tan bien como su silencio y su calma eterna…
no pudo hacer más que llorar, reír, cantar y gozarse, y por primera vez, con verdadera alegría.